Marqués de Murrieta

Desde finales del siglo XIX, Marqués de Murrieta elabora grandes vinos, llenos de expresión y con largas crianzas.

Los orígenes vascos de Luciano de Murrieta y García-Ortiz de Lemoine, lo traen de nuevo a la península después del proceso de independencia de Perú, su tierra natal, pasando primero un periodo en la capital del Reino Unido.

Los orígenes de las bodegas Marqués de Murrieta en La Rioja datan de 1852 cuando Don Luciano elabora el primer vino fino riojano al modo de hacer de la región vinícola de Burdeos y los comercializa en mercados extranjeros. Un tiempo después, en 1879, este militar y vitivinicultor adquirió la finca conocida con el nombre de Ygay, en la que construyo un emblemático castillo adoptando el concepto de los chàteaux del Médoc. En reconocimiento a estos vinos riojanos de calidad, el soberano Amadeo de Saboya le otorgó el título de Marqués de Murrieta.

En estos terrenos de labranza al sur de la Rioja Alta, se cultivan unas 300 ha de viñedo alrededor del las Bodegas, siendo unas 200 de ellas las dispuestas para los vinos de Marqués de Murrieta. Actualmente la bodega la gestiona brillantemente Vicente Dalmau de la familia Cebrián-Sagarriga. Asumió la responsabilidad de su padre y emprendió un generalizado relevo generacional en todos los departamentos, asignando a la enóloga María Vargas el compromiso de ser capaz de conseguir lo mejor del viñedo de Ygay.

La familia de vinos de Bodegas Marqués de Murrieta se presentan con los nombres Castillo de Ygay, quizá el vino tinto y reserva más moderno de las Bodegas Murrieta; Marqués de Murrieta, un Rioja clásico, ahora con una excelente y amable acidez; Capellanía un blanco de viura, el blanco de la casa que mejora en botella; y Dalmau, con el apellido de la persona que ha catapultado a Murrieta al siglo XXI, un vino tinto afrutado, concentrado y mineral, una elegante expresión de la Rioja Alta sin excesos.